miércoles, 10 de julio de 2013

Pellizco

A veces, una se despierta por la mañana, con una pereza monumental, se incorpora, hace demasiada calor, no escucha ruido alguno, y de repente, está durmiendo, y se despierta, se incorpora, hace demasiada calor, y está durmiendo. Era un sueño. Ahora si, se despierta, se incorpora más despacio, ya no quiere seguir durmiendo, ya se ha pasado dos horas soñando que se despertaba, y no lo hacía, pero espera...



 ¿está durmiendo?, se pellizca, le cuesta sentirlo, se pellizca más fuerte, duele.. ok, está despierta. Va a lavarse la cara, está tibia, que asco. Se mira al espejo, nada inusual, tal vez debería comer más, o tomar el sol, o maquillarse, o cambiarse de peinado, o... que más da, no importa, que asco. Toca "desayunar" rápido... hay que salir. La luz la ciega, siente que ha olvidado algo, lo lleva todo, llaves, teléfono, gafas, siempre las gafas, tarjeta de transporte, ropa interior, botas, mp3, pantalón abrochado, importante, es raro, siempre es raro, se siente desorientada, y se pellizca mientras baja las escaleras, pero no es suficiente, mientras camina, se abofetea. Sí, se abofetea ella sola, siente dolor, eso está bien. Se ha convertido una costumbre, hace años que la tomó, como 3 años atrás. Desde esos sueños descorazonadores, esos donde sueña con personas que ya no están, como si vivieran aún, esos donde aparecen personas idealizadas, que no existen. Donde vive algo que no tiene, y sueña que está bien, que es feliz, y se lo cree, y se lo cree tanto que despierta. Y se abofetea y se da cuenta que la vida real, es donde todo duele. Pero en cierta manera, necesita sentirlo, eso significa que está viva... ¿no?, el dolor. El de dentro, el de fuera. El dolor es importante, necesario... Porque después de ese dolor, de ese pellizco, de esa bofetada, comienza el día. Un día que ella decidirá si es bueno o malo, porque la verdad, ella puede decidir eso. Ella decidirá si caminará con la música, o dejará que los sonidos apagados la acompañen, decidirá si saludará al conductor del autobús y le dedicará una sonrisa, o si simplemente, como la mayoría de humanos, se limita a mirar al suelo, añadiendo esa pequeña cantidad de desesperanza al conductor, uno más que no saluda, bien... Sonreirá al perrito que ladra a la niña mientras juega, sonreirá al bebe que ríe mientras mira a su abuela que hace el imbécil, pero cuanto nos gustaba eso... cuanto nos gusta... Porque si ella no pone una sonrisa en el día, los demás no lo van a hacer... Y todo se llenará de dolor de nuevo, y todo va a ser gris, y sin color, y sin sonidos, y sin sonrisas, y con dolor, y con pellizcos y bofetadas. Nadie se da cuenta, porque no les importa el resto. No se dan cuenta, que un gesto, de una persona, cambiará el día de muchas personas, lo más importante, de uno mismo. Un pellizco nos hará dudar, una bofetada nos hará darnos cuenta que estamos vivos, una sonrisa nos enseñará que tenemos por lo que vivir...
Ella se despierta, esta vez de verdad, y decide que será un buen día, y sonríe, mientras camina escuchando la música que la acompaña, y escuchando a las personas que la rodean, mientras, camina, observa y sonríe.



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